En dos horas me sentí más aplastada, apurada, abrumada, mirada con más desprecio, que como en dos meses.
Razón: fui a Santiago, Capital de Chile y de unas cuantas cosas más.

Y cuando perece que esta todo más calmado, no falta el chiste que se sube a tu vagón, alguna peruana hablando a mil por hora, o tal vez un hombre sudado, con una selva bajo la axila que deja al descubierto al levantar el brazo para sujetarse, y que generosamente regala su olor que no es precisamente parecido al perfume de las rosas.
Por eso no cambio mi metro-tren que puede pasar con frecuencia cada mil horas, pero en el que al subir puedes tranquilamente conversar con alguna señora, caballero, etc que encuentres desprevenido, la gente es un poco más aseada, pero por sobre todo, creo que agradezco que no me mren feo por el simple hecho de ser amable.
4 comentarios:
creo que tienes un problema con el metro, me he dado cuenta que varias entradas aluden al medio de trasporte.
Hay un dicho que dice "al lugar que fueres haz lo que vieres", no se si sera exactamente asi, pero en el fondo, lo que intento decir, es que para sobrevivir en un lugar caótico, muchas veces hay que formar parte de ese caos, y su se trata de ser amable, prefiero quedarme en mi Valpo querido, que aunque este lleno de choros, son unos choros amables :)
Ponis para Vanessa xD
El anónimo soy yo :)
Odio el metro de Stgo. no soy capaz de aplastar a las abuelitas por subirme en el vagon, es por eso que he estado mas de 30 minutos esperando a que desocupe, cosa que no pasa...
Yo también prefiero el bus metro, es relajado, tranquilo y uno se va feliz.
:)
pero si es tan choriflai, ese sudor te hace sentir vivo, y tanto toqueteo insensato sirve para calmar el alma de viejo verde, creo.
bueno, al pan pan y al vino, vino
Publicar un comentario