jueves, 26 de agosto de 2010

O'Clock

No hay nada más exquisito que estar atrasada y no tener los remordimientos habituales al saber que no llegarás a la hora…

Estar justo en ese momento de la mañana en que todos los colores son más brillantes y los olores más perceptibles, con buena música en los oídos parece que todo se tornara más armonioso que cuando sólo escuchas bocinas…

Gestos, miradas, acciones que con el ajetreo y las ganas de ser puntual ignoras a primera vista, señoras coquetas, hombres egoístas, ancianos ebrios, multitud, sol, nubes de algodón… cero probablidad de lluvia.

Que agradable sensación de saber que estas donde no deberías, ahí es donde salen las ganas más impetuosas de comprar un pasaje a cualquier lugar, con nada más que música y tu cepillo de dientes…

Pero irremediablemente en algún momento sale esa vocecita interna que te dice:
-                          --   Ya vas treinta minutos tarde ¿no es suficiente?

Genial… que más da, hay dos opciones para disfrutar: Ir muy adelantada o demasiado tarde

1 comentario:

Alejandra dijo...

Yo añadiria una tercera opción...
Disfrutando el ir, sin importar si tarde o demasiado temprano. Andar =) y no parar es muy bueno.

Saluditos Cami