Danza

…en la danza de la vida, los genes y el medio ambiente son socios inseparables… (Hyman, 1999)

Cuando leí esta frase divague un rato, pensé en cosas bellas, como en Luis Ortigoza bailando “Cascanueces” en el teatro municipal, en la variedad de formas y colores, la perfección de movimientos que logran él, con su grupo de bailarines del ballet de Santiago, donde parece que cualquier macula de polvo e imperfección están completamente a lugar, y a la vez se vuelven completamente impensadas, es tanto el disfrute del bailarin como del espectador, que cualquier otra cosa que pudiese rondar por tu mente en ese preciso momento queda en cuarto plano automáticamente, entonces recordé que siempre en las historias hay un episodio triste, que por más que sepas que no es verdad, que es solo un baile, es solo una historia, el escenario te da una sensación tan inconmensurablemente desoladora (tal vez exagero) que lo único que quieres es que el final feliz detenga las penas de los protagonistas…

Danza suena tan hermoso, y tan delicado, tan lleno de colores, es así como debería ser siempre para un niño, medio ambiente puede ser tan amplio, con tantos contrastes como matices, los genes y el amor deberían ser aquellos socios para cualquier niño… que el abandono y el sufrimiento se lo dejen a los de su tamaño.

Querido señor de apellido similar a superhéroe ochentero, estoy segura que encontró otras duplas que no quiso mencionar en un libro de pediatría y desarrollo psicomotor, pero estoy segura que su frase mezclada entre poema y línea de libro de genética, estará en mis frases para meditar… aunque no creo que haya sido el objetivo cuando apareció en su masa llena de circunvoluciones.